martes, 4 de julio de 2017

CRÓNICA PICÓN CASTRO 2017

"La Picón Castro es una carrera especial. Este era el tercer año consecutivo que viajaba a Espinosa de los Monteros y en pocos sitios he visto esos paisajes y he sufrido la dureza de su recorrido, pero lo que es espectacular es que todo el pueblo anda perdido por el monte colaborando como voluntario. Estoy seguro de que en unos años esta carrera será un referente en toda España.

Personalmente, este año ha sido el más duro. De hecho, no recuerdo haber sufrido tanto en ninguna carrera, aunque cuando le dije eso a Sonia por teléfono, desde la meta, se rió, recordándome otras 4 ó 5 veces en que le había dicho lo mismo.

La logística volvió a fallar. Como los dos años previos viajé de Madrid a Burgos el viernes por la noche, y al día siguiente me puse en pie a las 3:45 de la mañana, para hacer la hora y media en coche que me separaba de Espinosa de los Monteros.  Es un recorrido largo, con curvas y a una hora en que rezaba para que no me saltara un corzo sobre el capó, así que cuando llegué a la línea de salida ya llevaba una paliza de coche encima.  Yo ya no estoy para esos trotes, y si vuelvo algún día me iré a dormir a un hotel.

¿He dicho “si vuelvo”?. Pues si, he dicho “si vuelvo”, y es que aún no se me va de la cabeza que durante más de 6 horas me juré que no volvería a esa carrera. Pero bueno, también me juré que en el siguiente avituallamiento me retiraba y al final llegué a meta, jajajja… Es que el día salió duro de coj****. Más de 30 grados a 1700 m de altura, y a partir de las 2 de la tarde, una sensación de querer morirme que podía conmigo. Hasta el kilómetro 40 había llevado bastante buen ritmo, de hecho llegué a ese punto de control una hora antes que el año pasado. Pero de repente fui perdiendo fuelle. Bajé mucho el paso e incluso andando notaba que las pulsaciones se me disparaban, supongo que debido al calor. Alrededor del kilómetro 50 me tuve que sentar debajo de la única roca que daba sombra a pensar un poco, a recordar qué me había llevado hasta allí, y qué coño!, a beberme medio litro de isostar y tres geles. Sin ganas de seguir me obligué a ponerme de pie y seguir andando, tampoco había dónde ir, así que lo único que buscaba era el siguiente avituallamiento.

Yo iba haciendo cálculos mentales, y con una lamentable media de 4-5 kms/hora sabía que no entraría en meta antes del cierre de control, pero entre los ánimos de los voluntarios, me fue imposible retirarme. Yo pensaba que el cierre de control era a las 21.00h, pero a falta de 4 kms caí en la cuenta de que las 15 horas de límite terminaban a las 21.30, así que esprinté como nunca para entrar en meta exactamente a las 21.28h, jajajajaaj… por supuesto, en último lugar, pero me sentí como si hubiera ganado el Mundial de fútbol, el Oscar a mejor actor y el Masterchef a la vez!

Como nota final, decir que cuando ya marchaba hacia el coche, me fijé en una familia que cenaba algo en una mesa de camping. Eran los Aubeso, y tuve el privilegio de cruzar unas palabras con uno de los referentes en este tipo de carreras. “Te tengo en un altar”, es lo único que se me ocurrió decirle, jajajaja… se ve que aún no llegaba suficiente oxígeno al cerebro, puff.

En fin, espero que esta paliza me sirva para el GTP, que promete otra jornada de calor y penurias. Al menos podré compartir la carrera con otro BEER, Roberto Cuesta, o más que carrera, compartiré la sierra. Suerte Rober!"

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