martes, 7 de junio de 2016

CRÓNICA PICÓN CASTRO 2016

Nuestro compañero Fernando Izquierdo nos envía la crónica de su partición en la Picón Castro en la distancia de 75 kms.

Pocas carreras dan tanto por tan poco, y la Picón Castro es una de ellas. Solamente la he corrido en dos ocasiones pero me ha enamorado, no sólo por el recorrido, sino por el ambiente entre los corredores y sobretodo por la participación de los voluntarios. Nunca es más cierta la frase de que sin los voluntarios esta carrera no sería posible. De hecho, sin los voluntarios yo seguiría dando vueltas por el monte entre la niebla. Así salió el día.


La verdad es que participar en esta carrera viviendo en Madrid y saliendo de trabajar a las 19h el viernes, es complicado, pero merece la pena el madrugón. Después de cruzar con niebla el Puerto de la Mazorra y pensando que atropellaría un corzo en la curva siguiente, llegué a la plaza de Espinosa de los Monteros a las 5 de la mañana. No había ni Dios, así que me quedé en el coche calentito sabiendo que ya me tocaría pasar frío. Media hora más tarde me espabilé y vi que la plaza seguía vacía, con lo que empecé a preocuparme, aunque una mujer que salía a esas horas del ayuntamiento me informó que la salida era en el albergue juvenil, a 2 kms del pueblo. Primera lección: mirar la información de la web el día anterior y no 3 meses antes, jejeje.

Finalmente llegué con tiempo para recoger el dorsal y mirar de reojo y con admiración a Jordi Aubeso y a Nerea Martínez, dos figuras internacionales que con su presencia hicieron la Picón aún más grande. La pena fue que Nerea tuvo que retirarse al poco de salir, al reproducírsele una lesión en el gemelo (según me contó ella misma, ojo!, que uno se codea con lo más granado, jejeje). El otro crack, Aubeso, acabaría ganando la prueba con 49 años, y es que ese hombre parece siempre joven.

En lo personal, la carrera me pareció durísima, más por los 4300m de desnivel positivo que por los 75kms, así que llegué a meta con las piernas como gelatina. La meteorología, sin ser perfecta, por la niebla en las zonas altas, no estuvo mal, porque no hizo frío en ningún momento y tampoco hacía viento. La lástima de la niebla es que no nos permitió admirar las vistas, además de lo que os adelantaba ya, que me di una vueltecita de más al crestear la zona del Nevero del Polluelo. En muchos tramos no se veía a 20 metros y era difícil encontrar las balizas, pero gracias a los numerosos voluntarios y a que usaban los silbatos de vez en cuando todo quedó en algunos momentos de preocupación.

Lo bueno del recorrido de esta carrera es que el mayor desnivel se concentra en la primera mitad, hasta el control de tiempo en el km 40 te pegas un buen calentón, pero luego puedes trotar si las piernas te dejan, claro. Eso es lo que yo pretendía de salida: subir a ritmo, no muy fuerte pero siempre constante, e intentar trotar cuando el terreno fuera más suave. Creo que lo cumplí bastante a rajatabla, aunque me sorprendió llegar tan apurado al control de tiempo (solo con 10 minutos de adelanto), creo que ese paso podían haberlo retrasado un poco, aunque me pareció que no había corredores cortados.

Esa primera mitad es pura montaña. Fuertes pendientes, neveros y zonas aéreas que por culpa de la niebla no pudimos disfrutar. Me sorprendió agradablemente ver que había bastantes montañeros subiendo en dirección contraria al Castro Valnera a los que no les importaba la niebla.

En cuanto a los últimos 30 ó 35 kms, como os he dicho, son más corribles, aunque había bastante agua y barro, y yo, que soy un corredor cagueta bajaba en algunos tramos agarrándome a los árboles, jajaja. También había mucha piedra suelta en los últimos kilómetros, y a falta de 3, cuando ya se veía Espinosa, me llevé el susto del día con una torcedura de tobillo. Pensé que tendría que hacer los últimos metros andando, pero como el pie iba caliente, volví a trotar y no me dio mayores problemas.

La llegada a Espinosa, espectacular!. No sólo estaba allí medio pueblo, sino que algunos de los corredores que ya habían llegado nos animaban a los más lentos. Decidí no parar mucho en ese avituallamiento, total, quedaban solo 2 kilómetros hasta el albergue, así que seguí del tirón hasta la meta, donde me recibieron con una jarra de cerveza que hubiera merecido otros 50 kms, jajajaja.

En resumen, volveré seguro a Espinosa, aunque espero que la próxima vez salga el sol. También quiero animar a que vayan más corredores de Burgos, creo que salvo Aubeso, Álvaro Rodríguez y yo (ya os he dicho que me codeaba con lo más granado…), el resto eran de Bilbao.

Salu2. Fernando.

1 comentario:

  1. Muy buena la crónica Fernando, de acuardo en todo contigo una prueba que merece mucho la pena. Un sólo matiz, de Burgos había que conociese yo 8 por lo menos. Animarte a que sigas pegandote esos madrugones para poder disfrutar de pruebas como estas, un saludo. Oscar Arribas.

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